«2023 YA ESTÁ ACA» POR EL CONSULTOR POLÍTICO CARLOS FARA
Las soluciones políticas siempre están por encima de las institucionales, las cuales pueden representar un corset insalvable
Carlos Fara. El acuerdo con el FMI es un gran problema para el oficialismo, pero también lo es para la principal oposición, aunque en estos días se note menos. Porque, cómo se posicione Juntos en este tema puede generar todo un dominó de decisiones estratégicas y tácticas respecto a cómo encarar la elección presidencial.
El resultado electoral del año pasado fue un tirón de orejas sobre todo para el FdT, pero en alguna medida también lo fue para los cambiemitas. La verificación se da en la mayor abstención + la mayor fragmentación + el corrimiento hacia los extremos (izquierda + Milei). Esto era de esperar porque en la sucesión de crisis, el fastidio es contra el statu quo político, del cual participa Juntos obviamente.
La discusión no es sobre el rol opositor que más le convenga a la Argentina, ni siquiera al conglomerado político, sino lisa y llanamente cuál es el que le conviene a cada uno casi individualmente, y de eso devienen las cuestiones conceptuales. Ahí aparece desde el republicanismo acuerdista de Carrió, hasta la intransigencia de Macri y Bullrich, pasando por los distintos tonos moderados radicales.
Lo más probable es que la gran mayoría de los legisladores cambiemitas no aprueben, pero no obstruyan. Esto es: darán quórum –porque es demasiado importante para jugar a las escondidas con el oficialismo- pero se abstendrían. De ese modo, no se traba, pero no se convalida. Salvo que los papeles que lleve Guzmán al Congreso sean maravillosamente convincentes, buscarán todos los argumentos económicos –cómo se hará el ajuste- y políticos –si no lo vota el cristinismo…- para no quedar “pegados”. De ese modo le ponen presión al gobierno para imponerse dentro del propio bloque. Final: todos más o menos satisfechos, por haber logrado su objetivo de mínima.
Pero claro, los procesos políticos son una función en continuado, por lo que “las cosas no van a quedar así” y “te espero en la esquina”. Esto recién empieza, dado que los ajustes de cuentas (nunca mejor aplicada la expresión!) van a tratar de equiparar fuerzas con los que ganen en el corto plazo, hasta que el veredicto de las urnas sea terminante internamente dentro de 18 meses, en las PASO.
Como el triunfo electoral de 2021 los exacerbó en sus aspiraciones, entonces la discusión se está orientando por el lado de cómo hacer para que la oferta electoral para octubre sea la mejor posible. A la vista hay tres alternativas:
- hay radicales que quieren una pre primaria para definir con votos a quién llevarán de manera unificada a la primaria de octubre; ¿haría algo semejante el PRO?
- Una gran primaria pre PASO en donde se presenten tod@s l@s que quieran;
- Una modificación a la ley de las PASO para permitir –entre otras cosas- competencia entre partidos como ley de lemas, o que no se elijan candidatos a vicepresidente, para armar post votación la fórmula más competitiva.
Es interesante analizarlas porque cada opción puede ser una caja de pandora. Empecemos por decir que nadie tiene la vaca atada, y todo lo que pueda suceder es simple deducción.
Opción 1: para evitar la dispersión de votos entre candidatos de un mismo partido, es lógico que se quiera hacer una pre primaria para unificar posiciones. Eso obviamente habría que hacerlo en ¿mayo?, porque hacia fines de junio empieza el proceso de inscripción. A nivel nacional se recuerdan dos internas abiertas no legalizadas: la del FrePaSo en 1995 –que gana Bordón a Chacho Alvarez- y la de 1998 –que le gana De la Rúa a Fernández Meijide. Ambas siendo fuerzas de oposición. Es una movida que implica recursos y una gran dosis de organización y responsabilidad para que termine en escándalo (ya que no hay árbitro independiente). Pero a eso hay que agregarle una preocupación adicional: que el peronismo no se meta en esa interna para desbalancear las preferencias ciudadanas y se vuelquen por el menos competitivo (por eso la ley de PASO, es simultánea y obligatoria, para evitar ese eventual sesgo). El radicalismo tiene suficiente estructura y experiencia para llevarla adelante, y así dar un golpe de efecto, salvo que se sume también el PRO, porque entonces el efecto quedaría diluido.
Opción 2: esto está en boca de algún peronista republicano para favorecer llegar unidos a las PASO oficiales, y así instalar un/a candidato/a con más tiempo, evitando sangrías que suturar en solo pocos días para ganar fuerza frente a un oficialismo que “no está muerto quien pelea”. Tiene esa ventaja, pero a) puede ganar alguien que no se legitime tanto en un escenario muy fragmentado, b) vuelven a aparecer acá los requisitos de organización y responsabilidad para que no termine en el medio de denuncias de fraude, y/o c) se corre el riesgo de la intervención peronista. Salvo que… ¿y si el peronismo decide hacer lo mismo para burlar el cronograma de la ley de lemas y pre instalar un solo candidato?
Opción 3: hoy por hoy se lo ve difícil, aunque más no sea porque la composición de este Congreso tiende más al freezer que al consenso. Según la nueva Constitución reformada en 1994, la aprobación de leyes electorales requiere mayoría agravada: mitad más uno de los miembros de ambas cámaras, lo cual obliga a generar amplios consensos. Primera hipótesis: el peronismo podrá pensar que si esta modificación le conviene a la oposición, no le vamos a dar acuerdo para facilitarles resolver un problema interno. Segunda hipótesis: ¿y si al peronismo también le sirve la reforma? Ahí toma otro color. ¿Los que promueven la reforma de las PASO ya están en conversaciones con el Frente de Todos?
Ventajas de la opción 3: a) evita que haya pre primarias con todo lo que eso implica; b) evita que se metan los aparatos ajenos, riesgo de las opciones 1 y 2; c) permite adecuar mejor la composición final de cada fórmula al final. Desventajas: al ser una suerte de ley de lemas –donde cada partido suma los votos de sus respectivos candidatos en competencia con otras fuerzas- premiará la presentación de más candidatos de cada partido para lograr un típico fenómeno “catch all”, pudiendo ser el/la candidata/a alguien que sacó menos votos que el más votado del conjunto (perteneciente a otro partido). Al tratar de resolver un problema se estarían generando otros. Luce complejo y quizá deslegitimador al final del camino.
Como todo está muy verde, con el pasar de los meses podrían superponerse distintas variantes entre las 3 alternativas que circulan hasta acá… o directamente quedar en la nada por falta de suficiente acuerdo. Las soluciones políticas siempre están por encima de las institucionales, las cuales pueden representar un corset insalvable.
Mientras, Cristina sigue callada con gran agradecimiento de Alberto, quien tiene tendencia a ser muy agradecido con los líderes que lo ayudan.
2023 ya está acá, aunque todos creamos que recién empieza el 2022.