«ESTOY TOCANDO FONDO» POR EL CONSULTOR POLÌTICO CARLOS FARA
En los medios abundan las opiniones ortodoxas y heterodoxas sobre qué pasa si Argentina no cumple con sus compromisos de los próximos días
Carlos Fara. Así titulaban en 1984 su famoso tema las “Viudas e Hijas de Roque Enroll”, y en donde hacían referencia tangencial a uno de los temas de agenda del momento: las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. Pasaron 38 años –toda la etapa democrática- y seguimos con titulares catástrofe sobre si acordamos o no. Un deja vu para un presidente que dice sentirse identificado con Raúl Alfonsín.
En los medios abundan las opiniones ortodoxas y heterodoxas sobre qué pasa si Argentina no cumple con sus compromisos de los próximos días. Hay visiones con mayor o menor gravedad respecto a las consecuencias económicas inmediatas y mediatas. Cualquier incertidumbre de cualquier tipo y color no le vendrá bien a los indicadores de “los mercados”. Pero el gobierno dice que “hoy hay un desacople muy marcado entre la economía real y la financiera”. Es posible. Pero el Fondo es el Fondo y objetivamente al BCRA le faltan dólares para seguir cumpliendo (aunque hasta acá la Argentina pagó casi USD 7.800 millones).
Recordando que esta no es una columna de economía sino de política, repasemos algunas consecuencias políticas posibles en el corto plazo ante una decisión de demora de pago y acuerdo:
- El gobierno le echará la culpa al FMI sobre su inflexibilidad para acordar, aduciendo que a Macri le prestó fácil;
- Le echará la culpa a Macri de la espada de Damocles que le dejó con la deuda;
- Acusará a algunos medios sobre su propensión a hacer terrorismo con los titulares;
- Se incrementarán las movidas políticas para cuestionar la legitimidad de la deuda (y así los compromisos de pago);
- El gobierno hará todo tipo de gestos y conversaciones diplomáticas para producir una “solución política” de la deuda;
- La oposición, con divisiones internas, acusará al gobierno de irresponsable;
- Los mercados reaccionarán mal;
- El BCRA endurecerá más aún las restricciones sobre el acceso a dólares para evitar un agravamiento de la situación;
- Todo va a generar mal clima en la opinión pública;
- A una parte de la sociedad la agarra todo esto en plenas vacaciones (la parte que pudo ahorrar algo para irse gracias al Previaje), con lo cual mirará con la sensación de “esta película ya la vi”, encogiéndose de hombros.
El menú de opciones es conocido. El punto clave es qué de todo lo que haría el oficialismo le servirá de amortiguador político. Dejando de lado las relaciones con los actores externos, aquí el tablero de control debe contemplar 5 cuestiones:
- Cristina y el cristinismo. Este sector clave nunca lo va a aplaudir a Alberto y nunca le va a confiar demasiado. Es una relación resquebrajada hace mucho. Todo lo que querrá es presionar al presidente para que haga lo que ellos creen. De modo que Alberto solo lo satisfará parcialmente (en caso de no arreglo), pero nunca serán su fuerte.
- El peronismo de base territorial (gobernadores, intendentes y sindicatos). Pensarán que esto así no va, y que si se persiste en “el camino revolucionario” lo más probable es que se produzca una crisis fatal tarde o temprano. Tratarán de no hacer olas públicamente, pero no le pondrán mucho el cuerpo para defender a Alberto. Tampoco se movilizarán para arreglar con el FMI, aunque eso es lo que creen que se debe hacer.
- La oposición. La demora de pago y acuerdo hará que los halcones ganen lugar, rompiendo toda posibilidad de diálogo. Ergo, vía muerta. Eso se alimenta con las acusaciones a Macri. En este caso, los halcones de ambos bandos ganan.
- Los actores productivos locales. La industria argentina es muy dependiente de las importaciones de insumos y bienes de capital. Ergo necesitan protección para no competir, pero dólares para hacer negocios. Lo primero lo tienen garantizado, pero si no funciona la máquina, todo se para. Ni hablar de los conflictos por los precios cuidados. Otro camino de vía muerta.
- La opinión pública. Este tema lo hemos analizado en más de una oportunidad, dada la complejidad de que no existe “la gente”, sino diversos públicos. El oficialismo –sobre todo el cristinismo- cree que al ser Macri repudiado por la mayoría debido a su herencia económica, amortigua costos echándole la culpa. Pues, como de costumbre, el tema es más complejo. Que el ex presidente arrastre tanta imagen negativa (igual o mayor a CFK), no implica que se exculpe al gobierno de Alberto por las consecuencias que traiga un no acuerdo. Esto no debe ser evaluado como “un juego de suma 0” (lo que pierde uno, lo gana el otro). Hay escenarios de “ganar – ganar”, y otros donde pierden ambas partes (como éste).
Justo antes de la elección general, en la Provincia de Buenos Aires, el 61 % consideraba necesario el acuerdo con el FMI y el 18 % imprescindible, solo el 9 % lo veía innecesario. El 60 % de los que votaban a Tolosa Paz lo veía necesario y el 21 % imprescindible, solo el 13 % lo creía innecesario. Es decir, no hay sustento en los propios votantes para hacerse el revolucionario.
Epílogo: no debería llamar la atención que todos los rumores formen parte de una guerra de nervios típica de toda negociación. Tampoco debe llamar la atención un retraso de algunos días o semanas, forzando cambios de posiciones. Pero no es la primera vez en estos dos años que hay severos errores de cálculo político, mucho más cuando se trata de proyectar impactos en la opinión pública desde la comunicación oficial.