sábado 23 de noviembre de 2024 02:26:41

HUMOR POLÌTICO: POLÌTICO QUE BAILA, POLÌTICO QUE VUELA

Ya podemos ir adelantando que hoy el pueblo de Córdoba le va a demostrar a Alberto cuánto lo quiere

Por Alejandro Borenstein. A estas horas, la única certeza que tenemos es que todo lo hecho por el topo Alberto para destrozar al kirchnerismo cordobés probablemente hoy rinda sus frutos.

Fue un operativo impecable. No solo definió a la provincia de Córdoba como “territorio hostil que debe ser integrado al país”, como si los cordobeses fueran invasores otomanos, sino que luego mandó a su nueva vocera presidencial Gabriela Cerruti (otra gran adquisición del gobierno) a que aclare textualmente que él “no solo no dijo lo que intentan hacerle decir, sino que dijo todo lo contrario”. En cualquier web o red social se puede ver que Alberto dijo exactamente lo que todos vimos y escuchamos que dijo, razón por la cual se da la confusa situación de no saber si Cerruti es otro topo (en este caso sería una topa) o si esta muchacha es así naturalmente y el “presidente” la está usando para su patriótico objetivo de destruir al kirchnerismo.

En otras palabras, sin abrir las urnas ya podemos ir adelantando que hoy el pueblo de Córdoba le va a demostrar a Alberto cuánto lo quiere. En todo lo demás reina la incertidumbre.

Algunos especulan con que las urnas de La Matanza expresen algún agradecimiento popular por lo bien que la pasan allí, pero eso aún está por verse. Tal vez los matanceros sigan apostando al tándem Cristina/Alberto/Axel/Espinoza. Al fin y al cabo, 38 años gobernando un territorio no es un tiempo prudencial como para andar exigiéndole a las autoridades que le mejoren la vida a nadie. Quizás necesiten un par de lustros más como para que se empiecen a ver los primeros resultados. Eventualmente, podríamos redondear medio siglo.

Lo que si está claro es que difícilmente Cristina vuelva a sacar hoy ese 54% desde el que suele pararse para hablarle a los seres del planeta Tierra. Lo más probable es que saque un poquito menos y le eche la culpa de esa merma electoral a los medios que le pudren la cabeza a la gente, a la justicia que la molesta por algunas desprolijidades administrativas y, fundamentalmente, a Alberto y sus ministros que están en la Casa Rosada vaya uno a saber por voluntad y bajo las órdenes de quien.

Cualquiera sea el resultado, hay dos cosas a las que esta noche debemos prestarle especial atención. Una es material y la otra es ética y moral. Empecemos por lo material que es lo que importa porque la parte ética y moral, de alguna manera, siempre se puede acomodar.

¿Cuanto gastó el gobierno para que la gente que no los votó en las PASO recapacite y vote mejor? La pregunta es pertinente porque esa plata es nuestra y a nadie le gusta que venga un gobierno y te ande despilfarrando la guita para rascar un voto más. Todos vimos el revoleo de bicicletas, heladeras, planes, bonos, viajes de egresados, recitales, cocinas, garrafas, cash, etc. En fin, lo que el Gran Gollán bautizó como “poner un poco de platita en el bolsillo de la gente”.

Para quien no lo recuerda, Daniel Gollan es el segundo en la lista de diputados pero está guardado por razones estratégicas, no sea cosa que diga alguna otra genialidad y los arruine para siempre. Fue parte del dream team que salió campeón mundial de la vacunación junto a Alberto, Cristina, Ginés, Nicolini, Axel y todos los que se pavonearon con las vacunas que iban a llegar en diciembre de 2020 y que, por todo lo que ya sabemos, terminaron llegando miles de muertos más tarde.

Para entender mejor el punto, siempre es bueno recurrir a la historia. En 1972 el Ingeniero Alvaro Alsogaray, referente histórico del liberalismo argentino, fundó un partido llamado Nueva Fuerza que participó en las elecciones presidenciales de 1973 con la fórmula Chamizo-Ondarts. La campaña publicitaria de Nueva Fuerza fue inédita por lo multimillonaria. Por primera vez se utilizaron jingles publicitarios, avisos en televisión, afiches a color e inclusive le mandaban a la gente unas cajas con libros y folletos donde explicaban las propuestas del partido.

Cuando se abrieron las urnas, encontraron un aluvión de boletas peronistas (Cámpora/Solano Lima), muchas radicales (Balbín /Gamond), bastantes de Francisco Paco Manrique, unas cuantas del Partido Intransigente (Alende/Sueldo), algunas poquitas del candidato militar Ezequiel Martínez y exactamente 235.188 boletitas de Nueva Fuerza que representaban apenas el 1,8% del electorado. Se gastó tanta guita y sacaron tan pocos votos que era famosa la cifra que circulaba sobre cuánto le costó al Ingeniero Alsogaray cada voto obtenido. Eso mismo es lo que tenemos que mirar hoy.

A los votos que el kirchnerismo consiguió en septiembre, hoy habrá que sumarle unos pocos o muchos o muchísimos votos más. Veremos. Si algún economista descula cuál fue la cifra gastada por el gobierno para persuadir votantes y lo divide por la cantidad de votos de más que obtengan en relación a las PASO, sabremos cuánto nos costó a todos nosotros, los que laburamos con tanto esfuerzo, cada voto extra que obtengan ellos, los que nos gobiernan con tanto éxito. Ojalá que no les pase lo que al ingeniero Alsogaray, aunque en aquel caso no fue tan grave porque, al fin y al cabo, era su guita y la de sus amigos. Acá la tarasca es toda nuestra.

No quiero ni pensar si, para colmo de males, sacan menos votos que en septiembre. Dios no lo permita. No sea cosa que, además de que te levantan el dedito, te fundieron medio país, se chorearon las vacunas, se mandaban las fiestitas de cumpleaños, te llevaron el dólar de 60 a 200 y te hacen aplaudir a los dictadores de Venezuela y Nicaragua, ahora encima se hayan gastado nuestra guita al divino botón.

Dicho esto, vayamos al segundo asunto a observar esta noche. Convengamos que, con 50% de inflación anual, más de 40% de pobres, medio país fundido y 116.000 muertos por el mal manejo de la vacunación, estamos en el peor momento de la historia democrática argentina. En este contexto hay algo que los argentinos podemos hacer más allá de la grieta. No importa si usted vota Frente de Todos, Juntos por el Cambio o cualquier opción alternativa. Veamos.

Parece mentira que en un país convulsionado que requiere calma y seriedad todavía haya dirigentes que te gritan y te bailan. Lo de gritar se vió clarito el jueves en los discursos de Kicillof y Alberto. Se paran frente a un micrófono y gritan como desaforados. Atrasan 40 años. No entendieron nada. Se los podría mandar a hacer terapia o recetarles alguna medicación más fuerte, pero es difícil que cambien. Lo que sí podemos evitarnos es el bailecito.

La noche de las PASO vimos bailar a Máximo, a Tolosa, a Axel, a Gollán convencidos de que ganaban. Lo grave no fue la creencia en el triunfo, sino la locura de bailar en medio de la tragedia. Esta semana, mientras Ramos Mejía explotaba de bronca y la policía bonaerense tiraba gases lacrimógenos, la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza hacía el trencito del carnaval carioca con sus empleados municipales. Recordemos a Cristina bailando en Plaza de Mayo (diciembre de 2013) mientras se incendiaban Tucumán, Santa Fe y parte del conurbano. Y mejor ni hablar del Gato bailantero.

Por suerte, a juzgar por lo que se vió en las PASO, parecería que las hermosas coreografías de Juntos por el Cambio han sido canceladas. Si hay un dato auspicioso para el futuro institucional del país es que rajaron al coreógrafo de Macri. Un pequeño paso para el Gato pero un gran paso para la democracia latinoamericana.

Un país destruido que requiere más que nunca de acuerdos políticos serios para recuperar la confianza no se puede dar el lujo de tener dirigentes que, en lugar de hacer política, bailen. No se lo permitamos más. Hoy primero votamos y después estemos todos juntos y atentos, sin distinción de banderías políticas. El primer dirigente que baila es roja directa. Porque bailar sobre el dolor es no entender el dolor. Además, digámoslo con todas las letras: bailan horrible. Casi tan mal como gobiernan.Por Alejandro Borenstein.CLARIN. Fte. Identidad Correntina