EN ARGENTINA SE DESINTEGRA UN MATRIMONIO POLÌTICO
Un matrimonio político que alguna vez fue considerado una genialidad, ahora se está desmoronando a medida que el presidente y la vicepresidenta de Argentina se culpan mutuamente por la caída de la popularidad del partido gobernante.
El presidente Alberto Fernández remplazó el lunes a varios ministros después de un duro altercado con su vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, quien lo culpó por la contundente derrota que sufrió su partido en las elecciones primarias a principios de este mes.
La disputa pública profundizó las dudas de que la pareja que lidera una nación agobiada por las deudas, la pobreza y una economía en crisis pueda gobernar de manera efectiva. También renovó el interés por una pregunta que ha sido relevante desde 2019, cuando la expresidenta Fernández de Kirchner ideó un plan para retornar al poder ubicando a Alberto Fernández como candidato a la presidencia: ¿quién está gobernando?
Las tensiones entre ambos llegaron a un punto crítico después de que los candidatos de su partido tuvieron un pésimo desempeño en las elecciones primarias del 12 de septiembre, lo que aumentó la posibilidad de que la coalición gobernante pierda su sólida mayoría en el Congreso en las elecciones de mitad de periodo de noviembre.
Fernández de Kirchner calificó el resultado como una “catástrofe política” en un comunicado publicado a fines de la semana pasada en su sitio web personal, y pidió medidas contundentes. En el documento, Kirchner se describió como una figura marginada en el gabinete de Fernández y dijo que sus advertencias sobre el impacto político de las medidas de austeridad no fueron escuchadas.
Al hacer un balance del revés electoral, Fernández hizo poco por ocultar el disgusto con su vicepresidenta en publicaciones en las redes sociales y comentarios con un perio
Las acusaciones y la reorganización del gabinete, que mantiene a los ministros que dirigen la política económica, hicieron poco para aclarar cómo el gobierno abordará los graves problemas que enfrenta, incluido el aumento de la pobreza, la inflación y el desempleo.
“Para conducir un proceso político en medio de una crisis necesitas dos elementos: centralidad, para que el presidente no tenga que estar consultando qué hacer con cada decisión y, segundo, tener claro el rumbo”, dijo Lucas Romero, director de Synopsis, una firma de consultoría política. “Y ninguna de las dos cosas están presentes”.
Fernández de Kirchner, quien gobernó Argentina de 2007 a 2015, eligió a Alberto Fernández para liderar su boleta electoral porque enfrentó varios casos de corrupción que habían afectado gravemente su imagen política. Alberto Fernándezfca era profesor de Derecho Constitucional y un dirigente político que nunca se había postulado a un cargo electoral importante.
Ahora, según afirman los analistas políticos, mientras los votantes se enojan con él, Fernández de Kirchner parece querer librarse de responsabilidades.
“Ella intentaba desprenderse de la derrota electoral”, dijo Mariel Fornoni, directora de Management and Fit, una consultora política. “Pero en el proceso termina debilitando el liderazgo del presidente”.
Las primarias demostraron que el gobierno de coalición que hace dos años logró una victoria contundente ha perdido influencia.
Algunos de los problemas del país habrían sido difíciles de manejar para cualquier líder. El devastador desarrollo de la COVID-19 en Argentina profundizó la recesión económica y dificultó el control de la inflación.
Pero también se han producido escándalos que pudieron prevenirse.
El gobierno de Fernández fue criticado luego de que altos funcionario tuvieron acceso temprano, y no registrado a las vacunas contra el coronavirus. El presidente también fue criticado por la divulgación de unas fotografías que lo muestran asistiendo a una fiesta de cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yáñez, que se celebró en la residencia presidencial cuando el país estaba en cuarentena.
Los cambios en el gabinete de gobierno que se realizaron el lunes, que involucran al jefe de gabinete de Fernández (quien se convirtió en canciller) y otros cuatro ministros, abrieron la puerta para el regreso de varias figuras que formaron parte del gobierno de Fernández de Kirchner.
Andrés Malamud, un politólogo argentino de la Universidad de Lisboa, dijo que era poco probable que las medidas produjeran un cambio significativo. Dijo que, esencialmente, era una táctica política.
“El equipo que armaron no es para gobernar dos años”, dijo. “Es para recuperar votos en provincias importantes y, en diciembre, se armará otro gabinete”.
Pero los analistas advierten que, al centrarse en sus luchas internas dentro de la coalición, el mandatario y sus aliados parecen estar perdiendo el mensaje real para los votantes.
“Lo que hicieron demuestra que no entendieron que la gente está harta de la rosca política que las deja de rehén de estas decisiones”, dijo Fornoni.
Julián Sánchez, un trabajador minorista de 44 años, en Buenos Aires, dijo que los eventos de la semana pasada lo habían vuelto más pesimista sobre el futuro de su país.
“Se están peleando entre todos en vez de intentar resolver el desastre que hicieron”, dijo. “Todo el mundo que conozco tiene problemas para llegar a fin de mes”.Fte. The New York Time