MÁXIMO KIRCHNER SE METIÓ DE LLENO EN LA CAMPAÑA CON EL OBJETIVO DE CONTENER LA CAÍDA DE LA IMÁGEN DEL PRESIDENTE
Máximno Kirchner ya está empezando a convencerse que puede ser él quien represente el Frente de Todos en 2023
No hay que seguirlo muy de cerca ni estar constantemente en su entorno para tomar nota que Máximno Kirchner ya está empezando a convencerse que puede ser él quien represente el Frente de Todos en 2023 si algunas cosas no cambian en la presidencia de Alberto Fernández y el resultado de noviembre próximo demuestra lo que está pensando muy en privado.
Sus apariciones, puntuales, casi quirúrgicas, ya pasaron a ser casi cotidianas. Por lo menos dos veces por semana protagoniza una actividad de campaña, empodera candidatos propios o visita territorios de posibles futuros aliados. Lo hace casi naturalmente, y lo que antes hasta podía provocarle incomodidad, ahora le sale de manera natural.
Pisarle el distrito, invitarlo casi como por obligación, y luego decidir que serán ellos los encargados de un masivo casa por casa es, por lo menos, una provocación que Zabaleta seguro se cobrará apenas termine la contienda. Hoy todo es unidad y tratar de seguir para adelante con Todos, la gran y única fortaleza política del oficialismo.
«Si cae el Frente de Todos, todos caemos, pero los únicos que quedamos con un porcentaje firme, casi inalterable, de votos somo La Cámpora, Máximo y Cristina«, se le escuchó los otros días a uno de los que, de vez en cuando, tiene algún diálogo con el presidente del bloque de diputados del oficialismo.
Por eso es que nuevamente advierte, no con palabras, sino con hechos, que su estrategia es poner en condiciones a todos sus referentes locales para que se hagan cargo de los municipios del conurbano dentro de dos años. En algunas comunas ya tiene aliados de confianza con los que no competirá, como Morón, Lomas de Zamora y Avellaneda. En otros está construyendo una relación que nadie sabe adonde terminará, pero por lo menos los respeta, como Malvinas Argentinas y Escobar, Mientras que ya gobierna Quilmes, con Mayra Mendoza, y ya empieza a anotar como propia a la intendenta de Moreno, Mariel Fernández.
La palabra de Máximo Kirchner, es requerida por muchos más candidatos que en el pasado inmediato. Es el único que marca una senda, equivocada o no, pero que es afín a un público sediento de certezas, esas que no ve ni encuentras en el trajín diario de un Gobierno nacional marcado por los escándalos y los debates innecesarios, como sucedió con la defensa presidencial de la docente de La Matanza.
Su agenda pasa a ser nuevamente personal, por más que hace un mes muchos se entusiasmaran con que iba a ser más peronista que de La Cámpora cuando asumió la presidencia del PJ bonaerense. Ilusiones, como las que también tuvieron cuando Alberto Fernández fue designado al frente de la fórmula con Massa como primer diputado nacional en la Provincia de Buenos Aires.
«Para afuera es con todos, pero para adentro es con los propios», se queja un intendente que sabe que tiene que lidiar con esta situación un tiempo más. Los únicos que quedaron a salvo de esta situación de jaque permanente son Alejandro Granados, en Ezeiza, Juan José Mussi, en Berazategui y Fernando Gray, de Esteban Echeverría, quien en su momento «se plantó» cuando adelantaron las designaciones del justicialismo que presidía junto con Gustavo Menéndez, de Merlo.
Ni Axel Kicillof sabe cuándo tendrá que tensar la relación con Kirchner. Sabe que la vicepresidenta lo quiere a él como candidato en 2023 y esta disputa por el calor de la que irradia el poder será crucial para el futuro de esta relación y la del poder en sí mismo.Fte. MDZ