LA OPOSICIÓN Y EL OFICIALISMO MAS DESORIENTADOS QUE NUNCA POR LA GUERRA DE ENCUESTAS
La desconfianza hacia los encuestadores es tal que ya todos está dudando de la herramienta que les daba alguna certeza hasta hace poco tiempo: los focus group
Nadie sabe bien a qué atenerse, no solamente porque en las últimas elecciones, las encuestas no dieron un parámetro correcto sobre a qué atenerse, sino porque las encuestas que se observan por estos días, dan todas, resultados diferentes.
Dentro de la oposición, y focalizándonos en el único centro de interés primordial de Horacio Rodríguez Larreta, la Provincia de Buenos Aires, los estudios de campo ni siquiera pueden dar un panorama estable de la propia interna del espacio.
En la sede imperial de Uspallata dicen con certeza que «sabemos que los que contratamos nosotros nos tiran un par de puntitos encima porque creen que así nos tienen contentos, también es cierto que cuando los habilitamos para difundir los números nuestros ‘genios de la comunicación’, les hacen agregar algunos puntos más para influir en el electorado, pero al final, entre una cosa y otra, estamos en bolas», asegura la fuente.
La desconfianza hacia los encuestadores es tal que ya todos está dudando de la herramienta que les daba alguna certeza hasta hace poco tiempo: los focus group. «Sí, pero a la gente que participa en los focus la selecciona el mismo encuestador, por sector social, edad, ingresos, vos podés guiar el resultado del focus», insiste el interlocutor amarillo.
En el radicalismo, mas tradicionalista, plagado de figuras de la «política intuitiva», la cosa preocupa un poco menos, aunque no debería. «Nosotros tenemos otros números. Ellos mandan a medir el conurbano, que es cierto tiene mucha más densidad poblacional, pero mandan a difundir eso como si fuese la Provincia, y el interior también juega. Mar del Plata, Bahía Blanca, La Plata, Junín, Pergamino, ahí le sacamos 30 puntos y eso va a incidir en la general provincial», dice un experimentado caudillo radical.
El oficialismo no es ajeno a la problemática. También tienen quienes les aseguran que ganan la Provincia de Buenos Aires por 10 puntos y los que, sumando a los dos candidatos de Juntos, arrojan un empate. Y los dos escenarios son sustancialmente diferentes para el gobierno.
Ganar por una diferencia de dos dígitos consolida el proyecto, le da un poder enorme al kirchnerismo dentro del espacio, porque la Provincia es su territorio, pero le permitiría además a Alberto Fernández navegar aguas sutiles hasta 2023. Ganar por un punto o empatar, derivaría en un pase de facturas de proporciones bíblicas y en serias dificultades para controlar el Congreso en los dos últimos años de gestión.
«Ellos (por Juntos), renuevan la mejor elección de su historia (2017), ni en pedo van a mejorarla, pero todos los medios están preparados para mostrarnos derrotados si no les damos una paliza», dice un camporista de paladar negro.
La incertidumbre los devora, a ambos. En la interna opositora la elección PASO en Provincia es fundamental, determinará quién es el jefe de la oposición de cara a las próximas presidenciales. Y luego, en la elección general, el resultado podría encauzar la suerte del oficialismo de cara a los dos últimos años del mandato y por ende, la «continuidad del proyecto».