ARGENTINOS SACAN DEPÓSITOS DE LOS BANCOS Y HACEN COLAPSAR LAS CAJAS DE SEGURIDAD
La demanda de cofres de seguridad en la Argentina es inversamente proporcional a la estabilidad económica. Y la crisis llevó al sistema al límite
Alguien ha visto una caja de seguridad vacía, disponible? En este fin de 2020, que redondea otro año de fuerte dolarización por parte de los argentinos, que incluyó una elevada salida de depósitos en dólares, la pregunta tiene una respuesta esperada, que no sorprende: «Difícil, casi imposible«, coinciden gerentes de sucursales bancarias.
Se sabe: la demanda de cajas de seguridad en la Argentina es inversamente proporcional a la estabilidad económica. A más incertidumbre y volatilidad,crece la dolarización de los argentinos y, por lo tanto, se eleva la búsqueda de cajas vacías. A tal punto, que los bancos, a lo largo del tiempo, fueron destinando partes de sus sucursales a la ampliación del parque de cajas.
Hoy en la Argentina, la cantidad de cajas de seguridad supera el millón. De acuerdo a una estimación realizada desde distintos bancos la cifra podría acercarse al 1,1 millón a 1,2 millón. A las que habría que sumarles otras 25.000 cajas ofrecidas por empresas no bancarias, que proliferaron -justamente- por la falta de oferta desde las entidades financieras.
La expansión de los últimos años fue explosiva: para tomar una referencia, hace algo más de cinco años -a mediados de 2015- había unos 520.000 cofres.
Para crecer, en las sucursales de los bancos proliferaron módulos movibles que se instalaron en espacios libres. Para hacerlo, las entidades debieron adaptarse a regulaciones del BCRA para asegurar la seguridad -valga la redundancia- de esas cajas.
Durante 2020, la demanda de cofres también se incrementó. Basta recordar que en lo que va del año, los depositos en dólares cayern en 4.700 millones, por efecto de la desconfianza de los ahorristas. Parte de esos fondos se guardaron en las famosas cajitas, a resguardo de posibles medidas confiscatorias.
El mercado de las «cajitas» se encuentra desregulado. Por caso, a diferencia de lo que sucede con las comisiones bancarias -cuyo costo que el BCRA regula y controla-, los precios de las cajas de seguridad son colocados por los bancos. Es decir, pueden aumentar los costos de acuerdo a la oferta y la demanda y a su disponibilidad.
No solo eso. Algunas entidades condicionan el otorgamiento a sus clientes a que éstos contraten sus servicios adicionales, como seguros o un «upgrade» en el paquete de productos, lo que obviamente encarece el costo mensual de ese mantenimiento.
Incluso es posible que haya «peleas» para captar clientes entre sucursales de un mismo banco. La sucursal con alguna disponibilidad de cajas las ofrece a cambio de que ese cliente se cambie de filial.
Este aumento se diferencia -en exceso- de las subas que tendrán las comisiones bancarias, a las que el BCRA les puso un tope del 18%, dividido en dos veces, entre enero y febrero del próximo año.
En la actualidad, el costo de las cajas de seguridad muestra una gran dispersión entre bancos oficiales y privados y, entre estos, de acuerdo a la disponibilidad de cajas y a la estrategia comercial.
Así, en el caso de las cajas más chicas, bancos líderes como el Santander cobran unos $1.400 mensuales. Contra $1.200 del HSBC y los $885 del BBVA.
Para tener una idea: las cajas más chicas son de 10 centímetros de ancho, 15 de alto y 60 de profundidad. En estos estuches caben un máximo de u$s250.000, siempre que los 2.500 billetes sean de u$s100.
En el caso del Macro, el costo mensual asciende a $3.400, siempre de acuerdo a lo que figura en las páginas oficiales de las entidades.
Por las cajas medianas (de 20 centímetros de ancho, 30 de alto y 60 de profundidad), los costos resultan superiores: de unos $2.000 mensuales en el caso del Santander; de $2.200 en el HSBC y de $1500 en el BBVA. En el Macro, el precio se acerca a los $5.000 mensuales.
Para las cajas grandes (de hasta 50 x 50 x 50, por ejemplo) que generalmente se usan para guardar objetos de valor o escrituras y documentos que no pueden doblarse, los precios indicados son: de unos $2.400 mensuales en el caso del Santander; de $3.000 en el HSBC y también de $3.000 en el BBVA.
¿Caja de seguridad, «colchones» o cuentas privadas en el extranjero?
El parque de cajas de seguridad se vino agrandando con el paso de los años, y con la ola dolarizadora de la población. Ahí sí, los números oficiales son contundentes.
El propio Miguel Angel Pesce calculó que «la Argentina tiene dentro de su territorio dólares billetes por u$s170.000 millones». Se trata de billetes que los argentinos compraron en los últimos años para guarecerse de los saltos cambiarios abruptos y de la aceleración inflacionaria.
El funcionario detalló que la formación de activos externos fue de u$s23.000 millones en 2019, u$s19.000 millones en 2018 y u$s16.000 millones en 2017.
Parte de ese dinero se encuentra en más de un millón de cajas de seguridad. Pero otra gran parte se mantienen en los «colchones» y en cuentas privadas del extranjero.
Según los registros del organismo, la formación de activos externos entre 2016 y 2019, durante la gestión de Mauricio Macri, fue de u$s86.198 millones.
Hacia atrás, los números también lucen dramáticos. Entre 2008 y 2015, en las dos presidencias de Cristina Kirchner, el monto acumulado fue de u$s84.909 millones. Entre 2003 y 2007, con Néstor Kirchner en la Casa Rosada, fueron u$s17.250 millones.
Según el Indec, los argentinos poseen la friolera de u$s222.807 millones si se suman los depósitos en dólares en el extranjero, en el sistema financiero local y en billetes verdes en los «colchones» y cajas de seguridad. Y no incluye los bonos y acciones en moneda extranjera y tampoco las propiedades que los argentinos poseen en el exterior.
Desde el año 2006 hasta marzo de este año, ese número engordó en nada menos que u$s150.000 millones. Buena parte de ese dinero se encuentra en los cofres que los bancos y empresas especializadas han puesto a disposición de esos ahorristas.
Esta realidad puede preocupar pero de ninguna manera sorprender. Se trata de la reacción de la población con capacidad de ahorro a los continuos desbordes de los ciclos económicos de la Argentina.
Es la reacción a un cúmulo de medidas que, a lo largo de los años, estafaron a los ahorristas. Desde el Plan Bonex al corralito. Y a las sucesivas devaluaciones, que desprestigiaron a la moneda local. Los argentinos repudian su moneda y mientras esa sea la regla, no habrá cajas de seguridad que alcancen para guardar los ahorros de los argentinos desconfiados. Fte. IP