viernes 22 de noviembre de 2024 03:55:08

CRISTINA JUGO SU CARTA ANÁLISIS POLÍTICO DE CARLOS FARA

Las reacciones públicas del Presidente a la carta han sido las lógicas, bajándole el volumen a la polémica

Cuando un emisor emite un mensaje se lo debe analizar desde dos puntos de vista: 1) despejada la paja del trigo, cuál es el fondo de la cuestión, y 2) la percepción que se forman los actores y la opinión pública.

Dicha percepción puede ser equivocada, pero es la que disparará decisiones por parte de los mismos. La primera lectura que hace el círculo rojo (que son varios centenares de decisores en todo el país en distintos estamentos) es que Ella lo desautorizó a Él, criticando el fondo, la forma y el equipo. Más adelante veremos que esa conclusión no es errónea, sino incompleta.

Las reacciones públicas del Presidente a la carta han sido las lógicas, bajándole el volumen a la polémica. Otra cosa no puede hacer frente a una misiva que en todo su texto tiene un peligroso doble filo. Sin embargo, no debe olvidarse que lo importante para la audiencia no son los detalles, sino las sensaciones que deja.

La pregunta del millón es qué quiso hacer. Aquí caben dos hipótesis:

Con pelos y señales critica a Alberto, tanto en estilo como conceptualmente, deslegitimados y obligándolo a radicalizarse. El meta-mensaje sería algo así como “a este ritmo, con este equipo y buenos modales nunca vamos a concretar la revolución. Acá hace falta más garra y no perder tiempo en relaciones públicas. Ah, y el liderazgo no se olviden que lo tengo yo”. Marca la cancha sobre qué debe ser un gobierno del Frente de Todos y da satisfacción a su público con algunos de sus hits.

Si bien critica a Alberto, a su equipo y a sus formas –menospreciando el diálogo como metodología útil- y reparte adjetivos para actores relevantes –propios y ajenos- toma nota de la tormenta económica que se cierne sobre el oficialismo y abre una puerta a un consenso específico: el calvario bimonetario, o cómo le encontramos la vuelta a la simbiosis dólar – inflación, etc. De esta manera, avizora que atravesar la crisis implicará tomar medidas poco simpáticas, y qué mejor manera de socializar los costos que eso implique. En esta segunda hipótesis también deslegitima a Alberto, pero no para que se radicalice, sino para establecer que si hay un diálogo debe ser con ella y porque ella lo quiso, no porque a Alberto le haya servido como metodología. Si la Argentina llega a un consenso sobre “la economía bimonetaria”, la historia se lo deberá reconocer a su voluntad política, y no porque el presidente sea el Adolfo Suárez criollo.

Más allá de cuál de las dos hipótesis sea la correcta, lo cierto es que la carta de CFK se ha convertido en un parte aguas en el proceso Alberto. A partir de ahora todo lo que suceda o no suceda se deberá a Cristina. Si hay cambios en el gabinete, se deberá a que ella lo pidió. Y si no ocurren, es para no dar el brazo a torcer frente a ella. Si hay búsqueda de consenso será porque ella así lo quiso, y si no lo hay será por las críticas que ella le hizo a los actores con los cuales requiere acordar (por ejemplo, los medios de comunicación).

 

Pero claro, como diría Tusam, “puede fallar”. Los actores convocados –y criticados- por Cristina podrían no querer asistir a ese consenso, dejando que la situación se vuelva explosiva, y aceptar el diálogo sobre los escombros de la economía si es que el peor escenario se verifica (escasez aguda de reservas, devaluación forzada, espiral inflacionaria, fuerte recesión de corto plazo, deterioro de salarios, incremento del desempleo y la pobreza). Sería curioso que explote un país que no tendría crisis ddeuda si termina arreglando con el FMI, como se prevé.

Mientras, Alberto y Guzmán le rezan a Santa Kristalina y San Xi Jinping para que el Fondo bendiga, la soja vuele a 400 dólares la tonelada y comprar un salvoconducto hasta marzo, cuando comience la nueva cosecha.

Cristina ya jugó una carta. ¿Alberto tiene alguna para jugar?