CARLOS ROSENKRANTZ ¿EL PRESIDENTE DE LA CORTE SUPREMA QUE SERÍA FUNCIONAL AL GOBIERNO?
A días de la designación del presidente de la Corte Suprema de la Nación, ¿cómo lo ven de un lado y del otro? ¿Se pronuncia aún más la grieta?
POR DAVID LEON. Para los argentinos comunes y corrientes, que en la vorágine de la vida transitan sin sumergirse del todo en el submundo de la Justicia, para ellos los cambios en la Corte Suprema de la Nación quizá hasta sean irrelevantes, en relación a los pormenores que enfrentan en la cotidianeidad de sus vidas. Sin embargo, hay quienes dependen de esos cambios para alimentar su tranquilidad, ya que de acuerdo a quien está de turno como mandamás en ese Poder garantizan la continuidad de sus vidas tal y como la conocemos. Esas personas saben de buena fuente y detalladamente quién es quién, en todos los planos de la Justicia.
En estos últimos días una noticia sorprendió a todos, el presidente de la Corte Suprema, el Juez Ricardo Lorenzetti deja su cargo luego de 11 años de ejercicio, desgastado por una fuerte interna con Rosatti. El anuncio desató la euforia en algunos y al ver el relevo, la frustración y bronca en otros. Las declaraciones y muestras de alegría o descontento no se hicieron esperar. Así fue como una eufórica Elisa “lilita” Carrió le dio rienda suelta a su alegría y dijo – «¡Gracias a Dios! Terminó la impunidad y la extorsión. No es más presidente, que es quien administra la Corte. ¡Es un milagro! ¡No sabía que podía ocurrir!»- esa fue la primera reflexión tras la renuncia del Nº 1 de la Corte Suprema.
La noticia consecutiva a la renuncia se acaparó la mirada del país entero, se reveló quién sería el sucesor en el sillón más importante de la Justicia a partir del 01 de octubre del corriente año, el ungido ha sido el señor juez Carlos rosenkrantz y con ello se desato el descontento generalizado de la oposición, en contrapunto a la eufórica alegría de la “señora del rosario”, la diputada lilita Carrió.
Por su parte, Rosenkrantz fue nombrado en 2016 por el presidente, Mauricio Macri, tiene vínculos con uno de los dos partidos históricos de la Argentina: la Unión Cívica Radical (UCR). Pero también acumula una destacada trayectoria académica y muchos años ejerciendo la abogacía. El de juez de la Corte Suprema fue el primer cargo que ocupó en la Justicia, al igual que ocurrió con Lorenzetti en 2004.
Rosenkrantz dio sus primeros pasos durante la Presidencia de Raúl Alfonsín, como asesor de Carlos Nino, quien tenía a cargo el Consejo para la Consolidación de la Democracia, dependiente de la Presidencia de la Nación. Una década más tarde, fue asesor de Alfonsín en la Convención para la Reforma Constitucional de 1994. También fue asesor en la Convención Constituyente que sancionó en 1996 la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en octubre de 1958 y es el más joven de los actuales miembros de la Corte. Fue a la escuela pública y se recibió de abogado en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en 1983. Entre 1987 y 1989 hizo un máster y un doctorado en Derecho en la Universidad de Yale. Es profesor titular de Teoría General y Filosofía del Derecho en la UBA y fue docente en la Universidad Nacional de Córdoba y en al menos cinco universidades del extranjero. Hasta su nombramiento en la Corte se desempeñaba como rector de la Universidad de San Andrés (UDESA).
En 1992 fundó un estudio jurídico junto con su ex socio, el abogado Gabriel Bouzat, quien también integró los equipos de Nino durante la Presidencia de Alfonsín. Al igual que Bouzat, Rosenkrantz es especialista en Defensa de la Competencia, por lo que fue letrado de cientos de empresas, entre otras, del Grupo Clarín y de Farmacity y Pegasus, las dos últimas vinculadas hasta hace algunas semanas al ex vicejefe de Gabinete Mario Quintana.
Farmacity tiene actualmente una causa en la Corte para que se declara inconstitucional la ley provincial que le impide operar en la Provincia de Buenos Aires. Rosenkrantz se excusó y no interviene en este expediente. Su ex socio, Bouzat, ejerce la defensa de la empresa en la causa.
Más allá de su potentado curriculum, el flamante presidente de la Corte Suprema de la Nación fue objetivo de numerosas declaraciones a favor y en contra. Desde el Poder Ejecutivo deslizaron que es el mejor y el más capacitado para conducir a la Corte Suprema y que es mejor que el que se fue. Más allá de las opiniones, lo que es una incógnita es cómo se llevará con el Presidente de la Nación.
Por el otro lado, Agustín Rossi salió a pegarle y dijo “la Corte va a tener un linieamiento muy cercano a la figura del Presidente Mauricio Macri”, además señaló crudamente “es uno de los miembros que intentaron poner por Decreto”, haciendo alusión cuando el gobierno quiso saltear los pasos constitucionales para la designación de un miembro de la Corte. A Rossi se le sumó el referente del Colegio Público de Abogados porteño Jorge Rizzo, quien afirmó que la salida de Ricardo Lorenzetti «beneficiaría al Gobierno» porque con el Rosenkrantz «daría la impresión que la Corte se estaría pintando de amarillo». Las Abuelas de Plaza de Mayo advirtieron en un comunicado que la asunción de Rosenkrantz es motivo de «alarma y preocupación» sobre la «continuidad del proceso de Memoria, Verdad y Justicia y para los derechos humanos en general».
Evidentemente por lo detallado en los párrafos precedentes, las declaraciones no dan lugar a las dudas, la grieta pareciera que vino para quedarse, con un oficialismo “alegre” por la asunción del nuevo presidente de la Corte y con una oposición “furiosa” porque entienden que el magistrado será funcional al actual gobierno, no hacen más que acrecentar la división que lastima a la Argentina. ¿Seguirán peleando a los lados de la grieta como quienes tiran de un piolín que pareciera no cortarse? ¿Se cortará el piolín en algún momento? El clima se pone tenso y las discusiones parecieran infinitas, ojalá que pronto podamos ver una Argentina unida, lo cierto que por el momento parece muy difícil.