sábado 23 de noviembre de 2024 13:09:41

MESSI AMO Y SEÑOR DE UN EQUIPO QUE GANÓ PERO QUE NO JUGÓ BIÉN

Desde temprano, el Monumental se preparaba para recibir a la selección argentina. Habían pasado casi dos años desde la última vez que el equipo «Albiceleste» había hecho de local en ese estadio. La posibilidad de enfrentar a Chile por Eliminatorias hacía que en el aire se palpara una suerte de sed de revancha, por las dos últimas finales perdidas ante los trasandinos (en la Copa América 2015 y Copa América Centenario 2016).

En la previa del partido, por lo bajo, corrían los rumores del triunfo agónico de Colombia ante Bolivia, que obligaba al equipo de Edgardo Bauza a ganar para volver a la zona de clasificación al Mundial de Rusia 2018. Pero esa presión no hizo más que envalentonar a los hinchas, que ya una hora antes del partido comenzaron a alentar al elenco local. Esos momentos antes de que comenzara a rodar la pelota tuvieron, tal vez, más calor que los 90 minutos de juego. «Que de la mano de Leo Messi, todos las vuelta vamos a dar». El cántico comenzó a bajar desde las tribunas cerca de las 19.45. Minutos después, cuando la Selección salió a hacer el calentamiento previo, el rosarino fue el único ovacionado: fue una declaración de amor de los hinchas hacia «La Pulga» que duró casi media hora. 

Lejos de lo que podía pensarse, en el estadio de River hubo máxima tolerancia incluso para aquellos futbolistas más cuestionados. Esta vez, no hubo ni silbidos ni murmullos para jugadores como Ángel Di María, Gonzalo Higuaín y Sergio Agüero.

El gol de penal de «La Pulga», que le daría la victoria a la Argentina ante Chile por 1-0, hizo que los hinchas «Albicelestes» emularan a los del Barcelona y ensayaran miles de reverencias hacia el crack. Lejos quedaron aquellos tiempos de resistencia a la figura del delantero del Barcelona: en la tarde-noche del Monumental, todo lo que hizo Lionel Messi fue merecedor de aplausos a rabiar.

Solo hubo otro futbolista que logró que los hinchas se levantaran de sus asientos para corear su nombre. Gabriel Mercado, con una destacada tarea por el lateral derecho, encendió a los fanáticos y se convirtió en el segundo -y último- futbolista reconocido por el público en la noche de Núñez.

Pero ese buen clima que se había generado en la previa se fue diluyendo con el correr de los minutos del encuentro. El flojo desempeño colectivo de la Argentina derivó en un partido chato y opaco. Solo los aislados destellos de Messi arrancaron respuestas positivas desde las gradas. El conjunto del «Patón» no logró generar empatía en un público que se fue con ganas de más en cuanto al nivel de juego.

El pitazo final dejó una imagen sobria, tanto en las tribunas como en el campo de juego. No hubo abrazos fervorosos entre los jugadores, tampoco una celebración desmedida entre los hinchas. Se ganaron tres puntos -importantes, claro- pero nada más.

La salida del estadio tuvo un tinte de desazón. Las miles de almas marchaban a paso lento, pero sostenido. En sus rostros se veía la decepción. «En el segundo tiempo no metimos dos pases seguidos», se quejaba una chica. «Jugando así, va a ser difícil…», se lamentaba un joven a unos metros. El resto de la masa parecía ya haber olvidado que minutos atrás hubo un partido. La mayoría hablaba de cosas cotidianas…hasta las ganas de hablar de fútbol parecían haber perdido los hinchas.

Messi jugó, hizo un gol y fue ovacionado. Argentina le ganó a Chile, pero quedó en deuda con su gente.Fte. textualInfobae