ECONOMIA: KICILLOF FRACASO CON EL BONAR 20
Los compradores fueron Nación Seguros, Banco Central, Seguro de Depósitos Sociedad Anónima (Sedesa) y Anses. Prácticamente no hubo inversores privados locales
Axel Kicillof, en su intento por cerrar la emisión del bono a una tasa políticamente viable -igualmente alta en comparación con la región- se quedó prácticamente con las manos vacías: consiguió menos de la mitad de los dólares que buscaba como objetivo de máxima. Según se pudo saber parte de los fondos que estuvieron ligados a la operación, y de banqueros que conocen los entretelones de lo que sucedió, el ministro quiso conseguir dólares a tasas que nadie le hubiera prestado. «Quería que le regalemos plata. Así no funciona esto. Se equivocó», relataba un banquero local que se «borró» de las pantallas de operaciones al saber de antemano cuál era la consigna del Gobierno. «Si no entrabas al precio que querían te exponés a que te llamen para que bajes el precio. Nosotros preferimos directamente no ofertar por este bono y evitamos un apriete», relata el mismo banquero tratando de explicar el fracaso del Bonar 2020.
Sucede que el secretario de Finanzas, Pablo López, le advirtió a los banqueros antes de comenzar la licitación del bono acerca del precio al cual estaba dispuesto pagar el Gobierno. El título tenía que salir a USD 95 por cada lámina de USD 100 «como barato». Abajo de ese precio no. Eso le daba una tasa de rendimiento entre el 9,30% y 9,50%, lejos de lo que cotizan otros títulos locales. La irrealidad en la que estaba sumergido el equipo económico hizo que la operación fuera un fracaso. Incluso fondos del exterior, que iban a poner plata fuerte (a priori) se corrieron de la operación.
En este caso hubo una doble causa: al precio poco tentador al que pretendía salir el Gobierno se sumó la ausencia de un aliado clave, el Deutsche Bank. La entidad que actuó como canalizador de las ordenes de compra de inversores extranjeros del Bonar 24 en el pasado, había decidido bajarse. El día anterior el juez Thomas Griesa le ordenó que presentara documentación acerca del Bonar, el título que los fondos buitre quieren embargar al haberse vendido a extranjeros a pesar de la prohibición legal. El tema estaba demasiado caliente para exponerse una vez más con otra emisión argentina que desafía las sentencias en EEUU.
Sin aliados, en el mercado local o en el internacional, la colocación del nuevo bono se encaminaba al fracaso. Según relataron altas fuentes del mercado, los USD 670 millones que recolectó Kicillof fue todo dinero del Estado. Los compradores fueron Nación Seguros, Banco Central, Seguro de Depósitos Sociedad Anónima (Sedesa) y Anses. Prácticamente no hubo inversores privados locales. «Sólo hubo ordenes muy chicas de privados para cumplir de compromiso y por presiones. Pero la mayoría se borró», explicaban en una mesa de dinero.
Los inversores locales, incluso, tienen una bicicleta financiera mucho más redituable que sacar los dólares que cobraron del Boden 15 o de su bolsillo y dárselos a Kicillof y su bono a «precios cuidados». «Se quedan con los verdes y lo venden en el blue con una ganancia mucho más interesante. Incluso con el blue a $16 es más negocio que el bono que quiso colocar Kicillof», agregaba otro operador del mercado.
Según estimaron en la city, el Gobierno tendría que haber salido a convalidar un rendimiento mayor si quería conseguir esa cantidad de dólares. La curva de rendimiento de los bonos argentinos está entre 9,87% y 10,12%; y el Bonar salió a 9,50%. O sea, muy barato para lo que ofrecen los títulos ya existentes en dólares. «Para empezar a hablar tenían que convalidar entre 10,25% o 10,50%. No se puede negociar por menos de esto», contaba otro banquero ausente de la operación.
«Es una manía de este Gobierno la de pretender acomodar los precios a la voluntad del gobernante. Pero es al revés, no funciona en este mercado. Tenés que pensar como te acomodás dado los precios que tenés y sacarle provecho. Pero no es ir contra todos. Van y chocan contra los All Blacks y pretenden pasar, pero rebotan», reseñó un avezado financista que asesora a un candidato presidencial.
De las tres emisiones que intentó Kicillof fracasó en dos. En diciembre del 2014 el ministro pifió en el timing de una emisión que se ideó sin bancos asesores: fue el canje del Boden 15 y la colocación del Bonar 24. Casi nadie canjeó por el Boden y el Bonar recolectó el 10% de lo que buscaban. Después de ese traspié, sí tuvo su revancha. Consiguió USD 1500 millones con el Bonar, una operación realizada con el Deutsche y otros bancos ahora investigados por Griesa (JPMorgan y BBVA). Quizás un ministro confiado pensó que ofreciendo un bono a precios cuidados podía resultar como la última vez. Pero el mercado le volvió a dar vuelta la cara.Fte.infobae