El cambio climático afecta a todos los océanos del mundo
«Necesitamos océanos saludables para tener seres humanos saludables. No sólo comida, sino trabajos, turismo, recreación. Y también, por supuesto, la regulación del clima, el aire que respiramos»
El cambio climático tiene un lado B muy poco explorado, que es la acidificación de los océanos. El PH de los mares cambia cuando absorben el excedente de dióxido de carbono de la atmósfera y con ello se transforma el ambiente y la vida de los seres que habitan en ellos. Por ejemplo, la de los corales o los que necesitan un caparazón o exoesqueleto. Un reciente estudio, publicado por Nature Communications, pone el acento justo en este tema, y su principal autor, Benjamin Halpern, profesor de la Universidad de California de Santa Bárbara, dice que el fenómeno puede tener consecuencias en toda la cadena alimentaria, lo que –obviamente– nos incluye.
«El cambio climático está teniendo impacto en cada rincón del océano. Esto significa mucho espacio: el océano es enorme. En cambio, en aguas costeras el cambio climático es importante pero la contaminación que viene desde tierra y la sobrepesca influye más a la hora de causar una degradación», sostiene en una conversación telefónica.
Según Halpern, el aumento de la temperatura atmosférica se ha trasladado a los océanos, pero la transformación más importante y potencialmente destructiva es la de la acidificación porque disuelve las estructuras de calcio de los caparazones y corales. Estos últimos, además de ser un gran atractivo turístico, tienen una importancia clave: hacen las veces de bosques en el mar y concentran la mayor cantidad de biodiversidad.
Esto no es teoría: «Ya está pasando», dice el investigador. «Hemos visto caparazones más finitos. Hay especies a las que les cuesta hacer crecer el exoesqueleto». Muchos de estos animales están en la base de la cadena alimenticia, con lo cual la acidificación puede terminar afectando a ecosistemas enteros. «Es definitivamente uno de los problemas más preocupantes del estado de los océanos. Esto recién empieza a suceder, pero como hay tanta inercia en el cambio climático, vamos a tener océanos cada vez más y más ácidos en las próximas décadas y es muy difícil saber qué significado tendrá todo esto. Si los primeros indicios son correctos, puede significar que habrá cambios muy drásticos en la cadena alimenticia del océano».
Halper dice que la acidificación se está viendo a lo largo y ancho de todo el planeta, en aguas frías y calientes, desde el Caribe al Artico y en los mares australes. Los pescadores de centolla de Alaska, por ejemplo, empezaron a sufrir pérdidas económicas por esto.
¿La única manera es reducir emisiones? Halpern responde que «hay gente pensando en soluciones tecnológicas, como filtros gigantes para absorber todo el dióxido de carbono; otros quieren inyectarlo bajo suelo o en el fondo del mar. Hay muchas ideas, pero ninguna de ellas es una realidad y no sabemos qué consecuencias van a tener. Tal vez inventemos una nueva tecnología que resuelva estos problemas, pero si no la única solución es reducir nuestras emisiones de dióxido de carbono».
Sin embargo, el investigador no quiere ser fatalista o decir que todo está perdido. «Creo que estamos en un momento de oportunidades y que si cambiamos la manera en que usamos los océanos en los próximos 5 o 10 años, podemos arreglar muchos problemas antes de que veamos drásticos cambios en los océanos. Si no hacemos nada, y seguimos así, vamos a empezar a ver colapsos significativos de los sistemas en todo el mundo. No se cuándo. Pero ocurrirá», afirma.
Y también recuerda que los océanos son los que hacen posible la vida que tenemos: «Necesitamos océanos saludables para tener seres humanos saludables. No sólo comida, sino trabajos, turismo, recreación. Y también, por supuesto, la regulación del clima, el aire que respiramos».