FRANCISCO SUMO A SEIS CURAS MAS PARA INFLUIR EN EL SÍNODO
En una jugada según expertos crucial, el Papa decidió que se sumen a este trabajo otros seis padres sinodales de alto perfi
En una movida clave, el Papanombró a seis nuevos padres sinodales de su máxima confianza para que se sumen al equipo que escribirá el documento final del sínodo sobre los desafíos de la familia que culminará el próximo domingo con la beatificación de Pablo VI.
Entre ellos están el arzobispo argentino Víctor Manuel Fernández, rector de la Universidad Católica Argentina y teólogo muy cercano a Francisco, y el denominado «papa negro», es decir, el superior de los jesuitas, el español Adolfo Nicolás.
En los últimos 49 años, en casi todos los sínodos el documento final era realizado por un relator, un secretario especial y un secretario general. En este caso, todo indicaba que el informe final debería ser redactado por el cardenal húngaro Peter Erdo (relator), el teólogo y obispo italiano Bruno Forte (secretario especial) y el cardenal italiano Lorenzo Baldisseri (secretario general).
Pero las cosas cambiaron. Según anunció el Vaticano anteayer, en una jugada según expertos crucial, el Papa decidió que se sumen a este trabajo otros seis padres sinodales de alto perfil.
Al margen de los dos ya mencionados, el arzobispo argentino «Tucho» Fernández, que tuvo un rol significativo cuando el entonces cardenal Jorge Bergoglio fue el máximo responsable del documento del episcopado latinoamericano en Aparecida, Brasil, en 2007, y el padre general de los jesuitas, Nicolás, también se sumarán otros prelados de peso y en sintonía con el Papa.
Ellos son el cardenal italiano Gianfranco Ravasi, presidente del Pontificio Consejo de Cultura y famoso biblista; el cardenal norteamericano Donald Wuerl, arzobispo de Washington DC; el arzobispo mexicano Carlos Aguiar Retes, presidente del Celam (Consejo Episcopal Latinoamericano), y Peter Kanh U-Il, presidente de los obispos coreanos.
Después de una primera semana marcada por un clima de gran libertad y franqueza, en la que los 191 padres sinodales, haciéndole caso al Papa, hablaron sin tapujos de diversos temas complejos y que dividen a reformistas y conservadores (como parejas de hecho, gays, divorciados vueltos a casar, poligamia, etc.), hoy comenzará otra etapa. Los padres sinodales se dividirán en 10 grupos lingüísticos (tres en italiano, tres en inglés, dos en español y dos en francés), denominados «círculos menores»: allí, seguirán debatiendo diversos temas, a partir de la Relatio post disceptationem, un documento que será presentado hoy, basado en las discusiones sostenidas la semana pasada.
A partir del jueves, en cambio, el equipo antes mencionado de nueve padres sinodales deberá redactar el documento final. Luego de ser sometido a una votación, éste será presentado al Papa y será enviado a las conferencias episcopales de todo el mundo para ser discutido no sólo por los obispos, sino también en las diócesis que, a su vez, deberán volver a elaborar un informe que servirá para elaborar el documento preparatorio para el segundo sínodo sobre familia, que tendrá lugar en 2015.
En medio de gran expectativa por las decisiones que tomará entonces, el Papa volvió ayer a pedirle a la Virgen por el sínodo de obispos y a enviar un claro mensaje de apertura durante el Angelus.
«La bondad de Dios no tiene límites y no discrimina a nadie: por eso el banquete de los dones del Señor es universal, para todos. A todos es dada la posibilidad de responder a su invitación, a su llamada; nadie tiene el derecho de sentirse privilegiado o de reivindicar la exclusividad», dijo, al hablar desde la ventana del despacho del Palacio Apostólico, ante miles de personas en la Plaza San Pedro.
«Esto no se debe hacer, nosotros debemos abrirnos a las periferias, reconociendo que también quien está en los márgenes, incluso aquel que es rechazado y despreciado por la sociedad, es objeto de la generosidad de Dios. Todos estamos llamados a no reducir el Reino de Dios a los confines de la «iglesita», de nuestra iglesia pequeñita. Esto no sirve. Estamos llamados ampliar la Iglesia a las dimensiones del Reino de Dios. Sólo hay una condición: ponerse el traje de fiesta. Es decir, testimoniar la caridad concreta a Dios y al prójimo», concluyó.