El Papa Francisco viaja a Corea del Sur permanecerá desde el 14 al 18 de agosto para participar en la VI Jornada de la Juventud Asiática
En 1949, la grey católica de Corea representaba el 1,1% de la población, había sólo 81 sacerdotes y 46 parroquias. Hoy son católicos el 10 por ciento de los coreanos, el número de sacerdotes ronda los 4.600 y hay unos 10.000 religiosos y monjas.
Sobre una población de 50 millones, en Corea del Sur los católicos son el 10 por ciento. Se trata de una clara minoría, pero lo llamativo es el ritmo de expansión que ha tenido el catolicismo en ese país en los últimos 50 años y que justifica el calificativo de «tigre asiático de la Iglesia».
En 1949, la grey católica de Corea representaba el 1,1% de la población, había sólo 81 sacerdotes y 46 parroquias. Hoy son católicos el 10 por ciento de los coreanos, el número de sacerdotes ronda los 4.600 y hay unos 10.000 religiosos y monjas. Y en la Iglesia Católica coreana está en marcha un programa llamado «Evangelización Veinte-Veinte»: una campaña cuyo objetivo es llegar a convertir al 20 por ciento de los surcoreanos para el 2020. Aunque no se llegue a la meta, el sólo hecho de proponérselo es signo del dinamismo de una Iglesia que contrasta con la situación de esa misma confesión allí donde históricamente fue mayoritaria.
En efecto, la creciente secularización y abandono de la práctica religiosa en los países europeos occidentales ha llevado a muchos a diagnosticar una declinación inexorable de la Iglesia Católica. Pero esta conclusión se relativiza cuando se amplía la mirada a otros horizontes.
La mayor parte de las conversiones se dan en los sectores sociales más dinámicos y formados de la población urbana. La Iglesia coreana exhibe un envidiable ritmo de 100.000 bautismos anuales de adultos.
Este dinamismo de las «periferias» explica la llegada de un pontífice del «fin del mundo» al Vaticano. Y que Corea sea el destino de este primer viaje apostólico a Asia (antes hubo una visita a Tierra Santa, pero de orden más diplomático, o interreligioso si se quiere).
En abril de 2012, el padre Piero Gheddo, director de la Oficina histórica del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, informó que cada parroquia coreana bautizaba entre 200 y 400 adultos–es decir, conversiones- por año, «sobre todo en las ciudades» y que «cada año, hay 130, 150 nuevos sacerdotes, uno por cada 1.100 bautizados».
Para explicar este ritmo de conversiones, el padre Gheddo dijo que «los coreanos manifiestan una fuerte propensión hacia el cristianismo, porque introduce la idea de igualdad de todos los seres humanos creados por el único Dios». Pero también hizo referencia al hecho de que «tanto católicos como protestantes han participado en el movimiento popular contra la dictadura militar, entre 1961 y 1987, mientras el confucionismo y el budismo promovían la obediencia a la autoridad constituida».
Muy distinta, desde ya, es la situación en Corea del Norte, donde el régimen, por temor a las deserciones y a la penetración de ideas contrarias al sistema imperante, prohíbe todo contacto de la población con correligionarios de otros países. Inclusive, negó permiso a los católicos norcoreanos para asistir a la misa que celebrará el Papa en Seúl el 15 de agosto. Esto fue en respuesta a una invitación formulada al gobierno de Pyongyang por la Arquidiócesis de Seúl.
El Papa Francisco permanecerá en Corea del Sur del 14 al 18 de agosto para participar, entre otras actividades, en la VI Jornada de la Juventud Asiática, durante la cual oficiará una ceremonia de beatificación de 124 mártires coreanos asesinados entre 1791 y 1888. Esta es la tercera visita de un pontífice a Corea del Norte. La anterior fue la de Juan Pablo II, en 1989, hace 25 años. El itinerario de la visita puede seguirse en el sitio de la Iglesia Católica surcoreana.Fte.infobae