ESPECTACULOS: Relatos Salvajes la película Argentina ovacionada en Cannes
El de anoche fue un momento memorable para el cine argentino, que muy pocas veces tiene la oportunidad de competir por el premio mayor del festival más importante del mundo
“Gracias a todos, gracias por estar acá”, dijo emocionado Damián Szifron luego de los casi diez minutos de ovación que recibió “Relatos salvajes”, la película argentina que dirige y compite por la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
El de anoche fue un momento memorable para el cine argentino, que muy pocas veces tiene la oportunidad de competir por el premio mayor del festival más importante del mundo. La que no cabía en sí misma era Erica Rivas, que lagrimeaba a moco tendido. Todos de pie en la sala Lumiere del Palais des Festival, en “orchestra” (platea) y arriba en los balcones.
Al llegar al Theatre Lumiere, la delegación argentina había sido recibida por Thierry Fremaux, director artístico del festival. Estaban Damián Szifron y su esposa, María Marull, Ricardo Darín (el único sin moñito, se ubicó al lado de Szifrón), Leonardo Sbaraglia, Erica Rivas, y Pedro y Agustín Almodóvar, productores españoles del filme. Oscar Martínez lucía, orgulloso, su moñito, que era uno que usaba Tato Bores, y que se le dio su mujer, Marina Borensztein.
“Me gusta subir la apuesta, siempre, pero estoy muy cómodo con cómo filmé ‘Relatos salvajes’. No se si trabajando metido en un estudio de Hollywood, tendría la libertad para contar las historias que quiero. La verdad es que estoy muy contento y totalmente emocionado”, dijo Szifron a Clarín.
En la Sala Lumiere, antes de comenzar la Gala, se proyectaba en la pantalla el arribo del público y las figuras invitadas. Por allí estaban Pablo Trapero y su mujer Martina Gusmán, James McAvoy y Jessica Chestain, protagonistas de “La desaparición de Eleanor Rigby”, que se vio ayer en Un certain regard (competencia alternativa), y el brasileño Walter Salles.
La jornada había comenzado temprano para los argentinos. Además de Szifron, los intérpretes y los productores partieron a las 12 del Hotel Martínez hacia el Palais des Festivals, donde hicieron el famoso “photo call” (las fotos, con el Mediterráneo de fondo) y tuvo lugar la conferencia de prensa de la película. Pedro Almodóvar se quedó sentado en la primera fila.
“Mi pueblo es el cine”, dijo Szifrón, en referencia a aquellos realizadores que pintan su pueblito en sus películas. “Mi vida y el cine están muy vinculadas desde siempre, desde que mi papá me llevó al cine de chiquito”, aseguró. Y cuando le preguntaron por qué utiliza el humor negro y se aparta de la solemnidad, confió que “la solemnidad tapa la mentira. Ahí donde ves algo solemne, hay algo raro. El humor está siempre, incluso en la tragedia. De hecho, no tengo ni idea de por qué la comedia no está considerada como algo serio”, afirmó Szifrón.
Una periodista española le preguntó cómo cree que recibirá la Presidenta Fernández de Kirchner la película, y la violencia en ella. Aclarando que “no creo que la película refleje a la Argentina, sino que es algo universal”, sostuvo que “si los políticos hicieran su trabajo bien, haría otras películas”, concluyó.
A las 19.45, ya vestidos de gala, los argentinos se encontraron en el bar del Hotel Martínez para tomar una copa, antes de que los coches oficiales los pasaran a buscar, rumbo a la gala. El trayecto por La Croisette, la avenida costera, lo hicieron a paso de hombre, hasta que llegaron al pie de la alfombra roja del festival. El resto ya comenzó a formar parte de la historia del cine argentino.Por Pablo O. Scholz para Clarín