jueves 28 de marzo de 2024 12:00:57

MUERTE DEL HINCHA DE SAN LORENZO: La autopsia revela que habría muerto por causas naturales y nó por los golpes recibidos

Un informe de autopsia reveló hace que el joven simpatizante de San Lorenzo Ramon Aramayo, quien falleciera ayer en circunstancia que se investigan, no murió como consecuencia de los golpes que le propinó personal policial en momentos en que se produjo un forcejeo en el cacheo para ingresar al estadio de Vélez

Aramayo murió a causa de un una incongestionamiento de edema pulmonar y cerebral, pero por lo pronto su deceso no está vinculado con los golpes que recibió por parte de la policía.

El cuerpo del joven presentaba lesiones en la mejilla derecha, en uno de los codos y en las rodillas, y los mismos fueron “producto del forcejeo con la policía”, añadió una fuente del caso.

Ante esta situación, los médicos determinaron que Aramayo presentaba el corazón aumentado de tamaño y se sospecha que la situación de estrés pudo haber ayudado a desencadenar su cuadro.

Por lo pronto no se descarta la hipótesis sobre que Aramayo murió a consecuencia del accionar policial, y en ese sentido esperan los resultados del informe histopatológico y toxicológico, que se prevé recién llegue a manos del fiscal Patricio Lugones en los próximos días.

Sin embargo, el perito que realizó el estudio aclaró que “prima facie” el forcejeo no estaría vinculado con el deceso de Aramayo.

El fiscal Lugones resolvió a primera hora de hoy apartar a personal policial de la investigación, y poner al frente de la misma a Gendarmería Nacional. En tanto, en las próximas horas se prevé la declaración de algunos testigos.

Aramayo falleció ayer previo al partido que San Lorenzo disputó con Vélez Sársfield, en Liniers, y cuando se disponía ingresar al estadio. En esa ocasión, hubo un forcejeo con la policía, y la víctima murió a los pocos metros, sobre la calle Barragán al 200.

Por el hecho de ayer, y por la actuación policial, un oficial y dos suboficiales de la Comisaría 44a, fueron pasados a disponibilidad. Por Luis Sangiorgio