JAPON: Continúa la lucha para evitar una catástrofe nuclear
Japón vive «la crisis más grave desde la II Guerra Mundial». Así lo ha dicho el primer ministro, Naoto Kan, en un nuevo mensaje dirigido a sus ciudadanos tras el terremoto y el tsunami que asolaron el país hace dos días. Mientras las autoridades siguen en alerta por el estado de emergencia en las centrales nucleares de Fukushima, hoy se ha sabido que otra central también está teniendo problemas. Se trata de la planta de Tokai, unos 120 kilómetros al norte de Tokio, cuyo reactor está siendo enfriado con un único generador eléctrico de los tres que tiene. Los otros dos de los que consta el sistema de refrigeración han fallado a consecuencia de la catástrofe. Además, la central de Onagawa, en la costa de la prefectura de Miyagi (la más próxima al epicentro del terremoto), ha declarado el nivel de emergencia más bajo tras detectar en su exterior niveles de radiactividad superiores a los permitidos, según ha informado el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). A priori, no parece un problema tan grave como los de Fukushima o Tokai, ya que la empresa que dirige la central de Onagawa, la Tohoku Electric Power Company, asegura que los tres reactores están bajo control y que no es un problema de funcionamiento. Según su versión, la radiactividad detectada proviene de las fugas en las centrales de Fukushima, a un centenar de kilómetros de allí.Diferente es la situación en esas plantas nucleares. En Fukushima I (también conocida como Daiichi) el terremoto afectó a tres de sus reactores a consecuencia de un fallo en el sistema de refrigeración. Hasta ayer, la principal preocupación era el reactor 1, donde no se conseguía enfriar el núcleo y se produjo una explosión que no afectó a la estructura de contención. Hoy las autoridades ya dan por supuesto que tanto en ese reactor como en el número 3 se ha producido una fusión parcial del núcleo. Lo más importante, mientras intentan enfriarlo, es que el contenedor esté en buenas condiciones para evitar una fuga descontrolada de radiactividad como sucedió en Chernóbil en 1986. Además, la acumulación de hidrógeno en una cámara de contención secundaria del reactor 3 hace temer precisamente una explosión similar a la que se produjo ayer. Tanto en esa central como en Fukushima II (conocida como Daini), con otros tres reactores afectados aunque en principio menos, se han tenido que hacer vertidos controlados de gases, que llevan partículas radiactivas, para aliviar la presión que soportan las estructuras. Esos escapes controlados han obligado a evacuar a unas 210.000 personas, según informaciones de la Oficina de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas (OCHA).
«Un nuevo Japón»
No son los únicos desplazados. El organismo de la ONU ha señalado que otras 380.000 están viviendo en algo más de 2.000 puestos de acogida después de que el terremoto y el tsunami afectaran a sus localidades de residencia. En su discurso a la nación, Naoto Kan ha señalado que la situación caótica que viven los japoneses se prolongará durante varios días, ya que el suministro eléctrico tardará en restablecerse en muchas zonas e incluso podrían producirse nuevos apagones. Una de las primeras medidas del Ejecutivo ha sido autorizar a las empresas Tokyo Electric Power (propietaria de las centrales de Fukushima) y Tohoku Electric Power a efectuar cortes de electricidad de hasta tres horas de duración al día a partir de mañana. El objetivo es garantizar así el suministro en las zonas del noreste del país. Kan ha reconocido que la situación es «preocupante» y ha asegurado que la recuperación «no será fácil» pero que Japón la logrará como «lo ha hecho en el pasado». Por ello, el primer ministro ha invitado a sus ciudadanos a «construir un nuevo Japón» tras «la crisis más grave desde la II Guerra Mundial».
Kan también ha dedicado unas palabras a la situación en Fukushima. «Se ha liberado radiación al aire, pero no hay ningún dato que apunte a que se haya liberado una gran cantidad», ha dicho el primer ministro japonés en un intento de calmar a la intranquila población. «Esto es totalmente diferente al accidente de Chernóbil. Estamos trabajando para impedir que los daños se extiendan». Fte.elpais.com